El arte de darle lugar a las cosas

En la colonia Condesa, sobre una calle abrazada por arte, árboles y taquerías con reconocimientos Michelin, Donde Clara prometió darle un espacio a los materiales que nos permiten crear y construir lo que dibujamos en la cabeza.

Fotografía cortesía de Clara



Sus muros sostienen repisas y cubículos de madera con hilos teñidos con tintes naturales, fundas de lámparas tejidas a mano, cerámica orgánica, acuarelas, piezas hechas con retazos… y la lista podría seguir por siempre. Una lista de lo que la Sirenita describiría como cachivaches — pero mejor.

En Donde Clara entiendes de dónde venía esa sensación infantil (¿o ancestral?) de querer crear algo con las manos, con color, sin tutoriales y sin timidez.

Aunque pequeño, el espacio tiene cada botón en su lugar. Es un reencuentro con las cajas de mercería de la bisabuela que guardaba hilos en cajas de chocolates, un viaje a un bosque diminuto dedicado al arte, al ensayo de saber hacer bailar a los dedos, y al deseo de seguir descubriendo.

Clara estaba por iniciar su viaje a Japón cuando llegué con mis preguntas. La creadora de este proyecto comparte que Donde Clara nació de la curiosidad por conocer el origen: del color, de las fibras y de las comunidades que cuidan su conocimiento.

Dar espacio a los materiales no es lo mismo que almacenarlos. Al pensar en su espacio físico, Clara quiso que también se exhibiera su historia.




J: ¿Cómo imaginaste el espacio desde un inicio?

C: Mi visión era clara, pero el proyecto ha cambiado muchísimo. Al principio imaginaba colaborar directamente con artesanos, vender sobre todo hilos hilados a mano y enfocarme solo en materiales para crear.

Ahora, en Donde Clara también se venden objetos terminados: los que, de primera instancia, sirven para regalarte un poco de inspiración y posibilidades.

C: Me gusta mucho esa apertura, aunque sigo con la inquietud de encontrar formas más profundas de colaboración con comunidades que preservan fibras y técnicas ancestrales. Ya estamos soñando con algunos proyectos en ese camino.

Gran parte de los objetos sobre los estantes llegaron a partir de los viajes que Clara ha hecho por distintos lugares de México y de los encuentros con proyectos diversos.

C: Con el tiempo, el espacio también empezó a nutrirse solo: cada vez más personas se acercan con ganas de colaborar y de compartir sus creaciones en la tienda.

En la tienda vecina de Donde Clara, una escalera angosta conduce a su huerto, un proyecto agroecológico que sigue creciendo. Allí brotan salvia, toronjil (el favorito de los colibríes), cigarrillo y otras plantas que en septiembre dormían. Y justo al lado de las que duermen la siesta más larga, se encuentra un pequeño estudio donde se realizan talleres con frecuencia. En ese momento preparaban el siguiente: La vida dentro de un terrario: crear un ecosistema en miniatura.

J: ¿Para quiénes pensaste este lugar?

C: El espacio está pensado para creativos que buscan trabajar con materiales cuyo proceso conocemos a fondo. También para quienes aún no se consideran creativos, pero que a través de la tienda y de los talleres se abren a experimentar. Y, por último, para quienes buscan un souvenir distinto, más consciente, cuando visitan México.

J: ¿Cómo es un día en Donde Clara?

C: No hay un día típico, cada jornada es distinta. Tal vez lo más constante son los martes, cuando todo el equipo se reúne en el espacio y nos enfocamos en producción, en avanzar con contenido, talleres y en la tienda.

J: ¿De dónde viene tu inspiración?

C: Claro que Instagram y Pinterest inspiran, pero lo que más me mueve es crear con lo que tengo a la mano. Me gusta trabajar con estructuras antiguas, con telas que parecían ya no tener uso. Con el “desecho” como oportunidad creativa. Ahí encuentro mis mayores referentes.

Palabras y fotografías por Jossie Ayón

Agradecimientos especiales a Clara, Mariana y al equipo de Donde Clara

Visita Donde Clara: Ámsterdam 133, Colonia Condesa, Cuauhtémoc, 06100 Ciudad de México, CDMX

Siguiente
Siguiente

A Room and a Lime